Bestiario (fragmento)
"Los abismos atraen. Yo vivo a la orilla de tu alma. Inclinado hacia ti, sondeo tus pensamientos, indago el germen de tus actos. Vagos deseos se remueven en el fondo, confusos y ondulantes en su lecho de reptiles. ¿De que se nutre mi contemplación voraz? Veo el abismo y tú yaces en lo profundo de ti misma. Ninguna revelación. Nada que se parezca al brusco despertar de la conciencia. Nada sino el ojo que me devuelve implacable mi descubierta mirada. Narciso repulsivo, me contemplo el alma en el fondo de un pozo. A veces el vértigo desvía los ojos de ti. Pero siempre vuelvo a escrutar en la sima. Otros, felices, miran un momento tu alma y se van. Yo sigo a la orilla, ensimismado. Muchos seres se despeñan a lo lejos. Sus restos yacen borrosos, disueltos en la satisfacción. Atraído por el abismo, vivo la melancólica certeza de que no voy a caer nunca. "
Fuente: www.epdlp.com
Teoría del cangrejo
[Minicuento - Texto completo.]
Julio Cortázar
Habían levantado la casa en el límite de la selva, orientada al sur para evitar que la humedad de los vientos de marzo se sumara al calor que apenas mitigaba la sombra de los árboles.
Cuando Winnie llegaba
Dejó el párrafo en suspenso, apartó la máquina de escribir y encendió la pipa. Winnie. El problema, como siempre, era Winnie. Apenas se ocupaba de ella la fluidez se coagulaba en una especie de
Suspirando, borró en una especie de, porque detestaba las facilidades del idioma, y pensó que ya no podría seguir trabajando hasta después de cenar; pronto llegarían los niños de la escuela y habría que ocuparse de los baños, de prepararles la comida y ayudarlos en sus
¿Por qué en mitad de una enumeración tan sencilla había como un agujero, una imposibilidad de seguir? Le resultaba incomprensible, puesto que había escrito pasajes mucho más arduos que se armaban sin ningún esfuerzo, como si de alguna manera estuvieran ya preparados para incidir en el lenguaje. Por supuesto, en esos casos lo mejor era
Tirando el lápiz, se dijo que todo se volvía demasiado abstracto; los por supuesto y los en esos casos, la vieja tendencia a huir de situaciones definidas. Tenía la impresión de alejarse cada vez más de las fuentes, de organizar puzzles de palabras que a su vez
Cerró bruscamente el cuaderno y salió a la veranda.
Imposible dejar esa palabra, veranda.
FIN
Referencia Bibliográfica: https://ciudadseva.com
La marcha del caracol
Me ibas a contar algún día, Elizabeth, que el caracol avanzó por la pared y tú, desde la cama, levantaste la cabeza y primero viste la estela plateada del molusco, la seguiste con la mirada tan lentamente que tardaste varios segundos en llegar al caparazón opaco que se desplazaba por la pared del cuarto del hotel. Te sentías adormilada y estabas ahí, con el cuello alargado y las manos escondidas en las axilas; sólo viste un caracol sobre el muro de pintura verde desflecada. Javier había manipulado las persianas y el cuarto estaba en penumbra. Ahora desempacaba. Tú, recortada en la cama, lo viste librar las correas de esta maleta de cuero azul, correr el zipper y levantar la tapa. Al mismo tiempo, Javier levantó la cabeza y vio otro caracol, éste veteado de gris, que permanecía inmóvil, escondido dentro de su caparazón. El primer caracol se iba acercando al detenido. Javier bajó la mirada y admiró el perfecto orden con que había dispuesto las prendas que escogió para el viaje. Tú doblaste la rodilla hasta unir el talón a la nalga y te diste cuenta de que había otro caracol sobre la pared. El primero se detuvo cerca del segundo y asomó a cabeza con los cuatro tentáculos. Tú te alisaste la falda con la mano y viste la boca del caracol, rasgada en medio de esa cabeza húmeda y corneada. El otro caracol asomó la cabeza. Las dos conchas parecían hélices pegadas a la pared y derramaban su baba. Los tentáculos hicieron contacto. Tú abriste los ojos y quisiste escuchar mejor, microscópicamente. Los dos cuerpos blancos y babosos salieron lentamente de las conchas y en seguida, con el suave vigor de sus pieles lisas, se trenzaron. Javier, de pie, los miró y tú, recostada, soltaste los brazos. Los moluscos temblaron ligeramente antes de zafarse con lentitud y observarse por un momento y luego regresaron sus cuerpos secos y arrugados a las cuevas húmedas del caparazón. Alargaste la mano y encontraste un paquete de cigarrillos sobre la mesa de noche. Encendiste uno, frunciste el entrecejo. Javier sacó de la maleta los pantalones de lino azul, los de lino crema, los de seda gris y los estiró, pasó la mano sobre las arrugas y los colgó en los ganchos que sonaron como cascabeles de fierro cuando abrió el armario del año de la nana, los corrió, escogió los menos torcidos y regresó a la maleta detenida sobre el borde de la cama. Tú observaste todos sus movimientos y reíste con el cigarrillo apoyado contra la mejilla.
–Cualquiera diría que piensas quedarte a vivir aquí.
Extraído de:
https://narrativabreve.com
Pasto Verde
(fragmento)
Parménides García Saldaña
Y mi amiga se pone a bailar sola. Thalía número 3456548 en un rincón besuquea a Aspirante a Cara Número 1 del Cine Nacional número 67859374, el autor del Sexo Amortiguado se emborracha con la esposa del director famoso-por-la-puesta-en-escena-de-la-obra Los Pechos Adolescentes de la prestigiada escritora Sonia Stop, quien se deja querer por el pintor Yoyo Cavernas, la actriz Tilisa alocadamente besa al director de cine Sebastián Arañas, famoso por la cinta La Rebelión de los Nacolitanos. Salgo de mi escondite. Veo a una nena que parece intelectual, está mona, pero
–Hola.
No me fuma.
–¿Estás aburrida?
–No –dice sin verme.
–Soy escritor, bueno, pretendo serlo, y mi tío es Carlos Fuentes.
Hace el favor de verme, me revisa con la vista.
–Sí, Carlitos es mi tío, me llamo Epicuro Fuentes y he escrito un libro próximo a aparecer en la Editorial Kamasutra titulado 69 Cuentos en los que el Horror se Convierte en Amor o bien El Sexo Inconexo. La temática nena es tranquila, es sobre cómo a través del incesto volvemos a nuestro pasado, cómo por él regresamos al paraíso perdido, sea cómo el hombre y la mujer por el incesto vuelven a su verdadera naturaleza.
–Oh, muy interesante...
–Y en el teatro Verdolaga van a estrenar mi obra Los Sodomitas Llegaron Ya...
–Por el título se ve que es muy original...
–Is babe, is. Y en Nueva York estrenan otra obra mía también sobre incesto titulada My Sister is the Real Love of my Life.
–No entiendo el título, pero suena bien.
–Es que se lo puse en checo para hacerla de más suspense. ¿No has leído alguno de mis cuentos en las revistas y suplementos culturales?
–Perdón ¿cómo dijiste que te llamabas?
–Epicuro Fuentes...
–Ah, sí, sí, son geniales...
–Gracias...
–¿Ya leíste el Castillo de Kafka?
–Nena, Kafka desde años ha está out. Se ve que estás muy atrasada, hace años que la literatura polaca dejó de funcionar, los que están arrollando ahora son los de África.
–¿Sí?
–Sí, amiga, estamos volviendo al tiempo perdido. ¿No has leído Los Tiburones Empedrados de Changó?
–No.
–Muy mal, muy mal. Pero paralelamente a la literatura africana está la yugoslava. ¿No has leído El Oso Destapado de Kaganoff?

–No –empieza a temblar de ignorancia.
–¿Ni Las Quejas son Pendejas de Stalinofo?
–No.
–¿ no sabes yugoslavo ?
–No.
–Muy mal amiga, el yugoslavo actualmente es la base, el francés y el inglés ya están tok.
–¿Qué?
–Tok.
–¿Qué es tok?
–Out.
–¿Qué? Perdóname pero tampoco hablo francés.
–Qué lástima, yo quería tener una conversación intelectual contigo, gusto en conocerte..
–Me saludas a tu tío.
–Cómo no, amiga. Si quieres dame tu dirección y cuando haya fiesta en su residencia te invito.
–¿Perfecto? –entusiasmadísima me da su dirección.
Satisfecho de mi manera de ligar la dejo y ya cansado de la fiesta y de la onda me subo al piano y les pido a los rocanroleros que me acompañen Eve Of Destruction. ¡Sabor!
Fuente bibliográfica:
www.jornada.unam.mx
José Emilio Pacheco
Elogio del jabón (fragmento)
"El objeto más bello y más limpio de este mundo es el jabón oval que
sólo huele a sí mismo. Trozo de nieve tibia o marfil inocente, el
jabón resulta lo servicial por excelencia. Dan ganas de conservarlo
ileso, halago para la vista, ofrenda para el tacto y el olfato. Duele
que su destino sea mezclarse con toda la sordidez del planeta.
En un instante celebrará sus nupcias con el agua, esencia de
todo. Sin ella el jabón no sería nada, no justificaría su indispensable
existencia. La nobleza de su vínculo no impide que sea destructivo
para los dos.
Inocencia y pureza van a sacrificarse en el altar de la inmundicia.
Al tocar la suciedad del planeta ambos, para absolvernos,
dejarán su condición de lirio y origen para ser habitantes de las
alcantarillas y lodo de la cloaca.
También el jabón por servir se acaba y se acaba sirviendo. Cumplido
su deber será laja viscosa, plasta informe contraria a la perfección
que ahora tengo en la mano.
Medios lustrales para borrar la pesadumbre de ser y las
corrupciones de estar vivos, agua y jabón al redimirnos de la noche
nos bautizan de nuevo cada mañana. Sin su alianza sagrada, no tardaríamos
en descender a nuestro infierno de bestias repugnantes.
Lo sabemos, preferimos ignorarlo y no darle las gracias.
[13]
Nacemos sucios, terminaremos como trozos de abyecta podredumbre.
El jabón mantiene a raya las señales de nuestra asquerosidad primigenia,
desvanece la barbarie del cuerpo, nos permite salir una y otra
vez de las tinieblas y el pantano.
Parte indispensable de la vida, el jabón no puede estar exento
de la sordidez común a lo que vive. Tampoco le fue dado el no ser
cómplice del crimen universal que nos ha permitido estar un día
más sobre la Tierra.
Mientras me afeito y escucho un concierto de cámara, me niego a
recordar que tanta belleza sobrenatural, la música vuelta espuma del
aire, no sería posible sin los árboles destruidos (los instrumentos
musicales), el marfil de los elefantes (el teclado del piano), las tripas
de los gatos (las cuerdas).
Del mismo modo, no importan las esencias vegetales, las sustancias
químicas ni los perfumes añadidos: la materia prima del
jabón impoluto es la grasa de los mataderos. Lo más bello y lo más
pulcro no existirían si no estuvieran basados en lo más sucio y en lo
más horrible. Así es y será siempre por desgracia.
Jabón también el olvido que limpia del vivir y su exceso. Jabón la
memoria que depura cuanto inventa como recuerdo. Jabón la palabra
escrita. Poesía impía, prosa sarnosa. Lo más radiante encuentra
su origen en lo más oscuro. Jabón la lengua española que lava en el
poema las heridas del ser, las manchas del desamparo y el fracaso.
Contra el crimen universal no puedo hacer nada. Aspiro el aroma a
nuevo del jabón. El agua permitirá que se deslice sobre la piel y nos
devuelva una inocencia imaginaria. "
Tomado de: www.epdlp.com
ESTADO DE SITIO
(cuento)
Elena Poniatowska (México, 1933)
Camino por las grandes avenidas, las anchas superficies negras, las banquetas en las que caben todos y nadie me ve, nadie voltea, nadie me mira, ni uno solo de ellos. Ninguno da la menor señal de reconocimiento. Insisto. Ámenme. Ayúdenme. Sí, todos. Ustedes. Los veo. Trato de imantarlos; nada los retiene, su mirada resbala encima de mí, me borra, soy invisible. Sus ojos evitan detenerse en algo, en cualquier cosa, y yo los miro a todos tan intensamente, los estampo en mi alma, en mi frente; sus rostros me horadan, me acompañan; los pienso, los recreo, los acaricio. Nosotras las mujeres atesoramos los rostros; de hecho, en un momento dado, la vida se convierte en un solo rostro al que podemos tocar con los labios. Ámenme, véanme, aquí estoy. Alerto todas las fuerzas de la vida; quiero traspasar los vidrios de la ventanilla, decir: “Señor, señora, soy yo”, pero nadie, nadie vuelve la cabeza, soy tan lisa como esta pared de enfrente. Debería gritarles: “Su sociedad sin mí sería incompleta, nadie camina como yo, nadie tiene mi risa, mi manera de fruncir la nariz al sonreír, jamás verán a una mujer acodarse en la mesa como lo hago, nadie esconde su rostro dentro de su hombro…señores, señoras, niños, perros, gatos, pobladores del mundo entero, créanme, es la verdad, les hago falta.”
Me gustaría pensar que me oyen pero sé que no es cierto. Nadie me espera. Sin embargo, todos los días tercamente emprendo el camino, salgo a las anchas avenidas, a ese gran desierto íntimo tan parecido al que tengo adentro. Necesito tocarlo, ver con los ojos lo que he perdido, necesito mirar esta negra extensión de chapopote, necesito ver mi muerte.
De noche vienes, México, Grijalbo, 1979.
Tomado de : https://narrativabreve.com
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